Según el Gobierno y muchos sesudos economistas, para evitar el contrabando de gasolina hay que internacionalizar su precio o, al menos, colocarlo al nivel que impera en Colombia. Suman al argumento dogmático el razonamiento de que se debe sincerar su precio debido al costo de producción, las deudas de Pdvsa y la necesidad de alcanzar el equilibrio fiscal.
Según esto, el precio de un litro de gasolina debería ubicarse cerca de 200 bolívares. Con eso se perdería el incentivo para llevarla a Colombia. Ubiquemos que un litro de gasolina en este país vecino cuesta cerca de un dólar ($ 0,75 para ser más exactos). Vaya salida. Un tanque de gasolina de un carro pequeño, de 35 litros, por ejemplo, alcanzaría la astronómica suma de cerca de 7 mil bolívares. Quien debe usar el carro, al punto de tener que gastar unos tres tanques a la semana, tendría que erogar tres salarios mínimos al mes. O sea: deberán parar el carro y someterse al pésimo transporte colectivo que existe en el país.