Nuevamente el genocidio, injustificable e inaceptable por parte de ningún demócrata en el planeta, hace de los niños palestinos su víctima principal. Invadir a un país milenario bajo el argumento de un designio divino no tiene otro símil que el de la crueldad de la barbarie, hoy disfrazada de civilización con la más avanzada tecnología bélica y criminal: la maquinaria de guerra del gobierno israelí (entiéndase con mucha claridad, del Gobierno, que no necesariamente de todo el pueblo israelí).
Israel, enclave del imperialismo estadounidense en el Oriente Medio, sustenta esta nueva agresión criminal en hechos también criminales, pero sujetos a investigación, en el caso de la también condenable muerte de tres niños judíos, pero no expone defensa más que el crimen belicista frente al caso del joven palestino asesinado, y cuyo autor sí fue corroborado. La muerte de estos niños fue el detonante de este nuevo conflicto, pero nadie todavía sabe con seguridad si fueron asesinados por Hamas o no. No existe una investigación porque una ofensiva bélica la impide. Así, Israel pone en funcionamiento nuevamente la tradicional práctica fascista de utilizar cualquier hecho para justificar un crimen político de muchísima mayor proporción. Más que eso, para escudar una ofensiva terrorista que busca expulsar a un pueblo entero de su propia tierra.
Todos estos hechos solo esconden, o pretenden disfrazar, la terca ambición sionista, y del imperialismo estadounidense más específicamente, de echar de su tierra a los palestinos para ampliar las fronteras del enclave. También se busca frenar cualquier escenario de negociación que reconozca al Estado palestino, como de manera muy avanzada se había logrado casi por unanimidad por los pueblos del mundo. Buscan detener los esfuerzos realizados, desde diversos ángulos, que tenían por objeto frenar la política colonizadora de tierras palestinas, principalmente por la vía de la creación de escenarios de negociación y reconocimiento del estado Palestino y del Estado de Israel, que representan para la facción sionista y para los yanquis un obstáculo en su ofensiva expansionista. Debemos destacar que esta ofensiva también obstaculiza el reciente acuerdo de reconciliación entre las principales facciones palestinas, Hamas y Al-Fatah (Movimiento Palestino de Liberación Nacional), que colocaban en perspectiva la solución pacífica del conflicto por la vía del reconocimiento internacional del Estado palestino, y del Estado de Israel por parte de los palestinos.
Es ineludible, y en @Bandera_Roja lo hacemos con toda la energía democrática que nos caracteriza, elevar la protesta más firme contra el genocidio sionista hacia el pueblo palestino, preso y secuestrado en su propia tierra en un espacio cada vez más reducido, siendo la franja de Gaza, hoy invadida por la fuerza militar israelí, la zona más afectada sobre todo por la inmensa densidad poblacional que allí habita.
El pueblo palestino, cada vez más reducido en su espacio vital, sigue luchando por preservarse como nación y esta gesta debe entenderse, como tal, heróica. Sigue en su lucha por preservar el poco territorio conservado hasta hoy, y que resiste día a día al terror sionista cotidiano y sostenido. Los palestinos saben lo que representa para el mundo en general, y en particular para el mundo árabe, ese enclave israelita. Por ello, luchan por su subsistencia, al tiempo en que tratan de frenar el avance de Israel contra todo el pueblo árabe y del Oriente Medio.
Lo concreto y real es que en la medida en que avanzan los israelíes en sus ofensivas bélicas de “defensa”, año tras año se han ido anexionando a su territorio nuevos territorios palestinos. Los resultados reales son que después de cada ofensiva militar “de defensa”, Israel termina la jornada con nuevos espacios y con infinitamente menos víctimas mortales que Palestina. Lo real es que Palestina, desde 1946, ha perdido su territorio bajo la égida de la acción militar invasora.
Desde @Bandera_Roja elevamos nuestra voz de condena contra toda solución bélica a un conflicto que apuntaba a lograr una resolución pacífica. Apostamos a la paz verdadera, a que se investigue exhaustivamente y se encuentren los responsables directos e intelectuales de los tres israelíes muertos, pero también de los cientos (y esperemos que no miles) de palestinos muertos en una ofensiva militar que no tiene ni puede tener el respaldo del mundo civilizado y democrático.
Palestina y el pueblo palestino no debe pagar las contradicciones entre las grandes potencias en su frenesí expansionista, pero tampoco el pueblo de Israel merece ser condenado a la guerra por su propio gobierno, militarista y anexionista. Un mundo de paz no podrá ser alcanzado por vía de una invasión, ni puede haber justicia en un genocidio en “defensa propia”. Paz para Israel, paz para Palestina, paz para el Medio Oriente y para el mundo. No a la guerra. No a la guerra. No a la guerra.
Comité Político Nacional