viernes, 19 de agosto de 2016

No hay Dictadura que aguante la presión popular

Maduro quiere ser Pinochet o Erdorgan, pero…

El señor Nicolás Maduro ya se franqueó. Sus referentes de comparación ahora son los dictadores fascistas como Erdorgan, de Turquía. Ya la careta de socialista no le sirve para simular una democracia y sus amenazas develan lo que en 2014 había sido un abreboca: Venezuela está presidida por un dictadorzuelo y padece una dictadura; disfrazada, compleja y tramposa, pero dictadura al fin.

Pero Venezuela no es Turquía ni el pueblo venezolano es miedoso. Maduro se equivoca. Estas reveladoras amenazas no detendrá al pueblo venezolano en su convicción de conquistar por vía democrática un derecho Constitucional como el *referendo revocatorio*. Maduro y sus aliados no podrán seguir reteniendo el deseo inquebrantable de libertad. Las razias represivas de la dictadura de Pérez Jiménez, o las razias de los años 70, 80 y 90 contra jóvenes revolucionarios y estudiantes, no detuvieron nunca a los venezolanos en sus conquistas, ni lo harán hoy.

martes, 16 de agosto de 2016

Otro aumento de salario... Pero sigue creciendo la pobreza y la miseria

Decretan un nuevo aumento del salario mínimo y del bono de alimentación. El Gobierno crea algo de capacidad de compra en la gente sin cambiar de política económica, es decir, mantiene la espiral creciente de pobreza mientras le brinda una escasa capacidad de demanda social a la poca producción nativa y a los productos importados. Para nada toma medidas en función de sacar a la gente de la miseria. Se centra en aumentar el bono de alimentación en detrimento del salario y de sus incidencias sociales y económicas. Una burla y una estafa es este aumento.

No se trata de que el aumento vaya a crear más inflación, sino que la inflación que ya han desatado, motiva los frágiles aumentos para compensar la caída de la demanda. La inflación y la escalada de precios las crea es el Gobierno para mantener intactos los recursos monetarios para el pago de la deuda en dólares. Crece el ingreso en bolívares mientras administra de manera cada vez más restringida los escasos dólares para usarlos en el pago de deuda. Con ello, distribuye de manera cada vez más antipopular los recursos presupuestarios, disminuyendo en términos absolutos en su efecto real sobre la gente las partidas para los gastos sociales, educación, salud, entre otros, aunque crezcan sus montos absolutos. Crecen en forma desproporcionada los recursos para el pago de deuda que según cálculos de centros de investigación como el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela se llevan la mitad del presupuesto de gastos del ejercicio fiscal vigente. El pago religioso del servicio de deuda, como hicieron fielmente los Gobiernos precedentes, trae consigo una reducción de los recursos para suministrar insumos a los hospitales, equipar laboratorios, mejorar la infraestructura educativa y para el mantenimiento de instituciones, mientras que el salario real de los trabajadores se convierte en algo miserable.