“… [La Universidad debe] dedicarse a la búsqueda del conocimiento a través de la investigación científica, humanística y tecnológica, para beneficio espiritual y material de la Nación. Las Universidades Autónomas se darán sus normas de gobierno, funcionamiento y administración eficiente de su patrimonio bajo el control y vigilancia que a tales efectos establezca la Ley…” (C.R.B.V., Art. 109º)
Introducción.
La Universidad Venezolana, es uno de los espacios que ha sido persistente en el enfrentamiento a diferentes regímenes totalitarios que han transcurrido en la historia republicana. En las actuales circunstancias políticas, más que en un emblema, la Universidad se ha convertido en un reducto democrático: en el centro de irreverencia y desprecio a las pretensiones intervencionistas de este régimen que no descansa por concretar sus intenciones de poner a las Universidades bajo sus órdenes.
Las acciones del Ejecutivo Nacional a lo largo de estos once años reflejan la contradicción entre el discurso y la realización. Ejemplo de ello es el “discurso socialista del siglo XXI” frente a la política económica que viene ejecutando a favor del capital financiero y la división internacional del trabajo y sus resultados en la centralización del capital. Mientras que la pobreza y el bienestar de las mayorías apenas es atendida con paños calientes y una gran demagogia populista que busca mantener vivas algunas esperanzas en el pueblo.
Los grandes problemas nacionales se agravan producto de la ineficacia política, la corrupción, el proceso de destrucción del aparato productivo nacional, entre otros factores. Mientras el Ejecutivo Nacional de manera tramposa y engañosa acusa a las Universidades de estar a espaldas de las necesidades del país, cuando en realidad estas no son tomadas en cuenta en la formulación y ejecución de políticas y proyectos que tengan como objetivos el desarrollo y progreso de Venezuela.
Dado el proceso de deterioro financiero de las Universidades, pero también por la precariedad de los salarios de docentes, empleados y obreros, de las becas estudiantiles, que motivaron la deserción hacia otros espacios laborales o educativos así como la implantación de prácticas ajenas a la honestidad, o bien resultado de la realización de ideas liberales que buscaban privatizar la universidad, mercantilizar el quehacer universitario e incluso gremial; han conducido a un detrimento de la universidad pública venezolana. Pero esa circunstancia no se resuelve derogando la autonomía y la libertad de cátedra, como en efecto pretende el Ejecutivo Nacional. Ciertamente, las Universidades vienen años atrás sufriendo un proceso de deterioro que sirve al actual régimen como argumento para intervenirlas y colocarlas a su servicio.