Ya nonagenario, el historiador británico acaba de publicar en Inglaterra una colección de brillantes estudios dedicados al autor de El capital. La versión en español llegará a la Argentina en junio próximo
Por Diego Hurtado
Para LA NACION
"Brevemente, si un pensador dejó una profunda marca indeleble en el siglo XX, ése fue él." Entre los argumentos esgrimidos, Hobsbawm recuerda que, a setenta años de la muerte de Marx, "un tercio de la humanidad vivía bajo regímenes en manos de partidos comunistas, los cuales sostenían que representaban sus ideas y realizaban sus aspiraciones". Hoy la cifra es todavía de un 20%, "si bien los partidos gobernantes, con excepciones menores, han cambiado dramáticamente sus políticas".
Este descenso no debe engañarnos: "Si buscamos su nombre en Google, resulta que permanece como la mayor de las grandes presencias intelectuales, superado sólo por Darwin y Einstein, pero bien por delante de Adam Smith y Freud". Una razón puede ser que "el fin del marxismo oficial de la URSS liberó a Marx de su identificación pública con el leninismo en teoría y con el régimen leninista en la práctica". La segunda razón, de raíces más hondas, es que "el mundo capitalista globalizado que emergió en los años noventa era increíblemente semejante al mundo anticipado por Marx en el Manifiesto comunista ".
Cuando en octubre de 2008, cuenta Hobsbawm, el londinense Financial Times publicó el artículo "Capitalismo en convulsión", "no podía haber más dudas de que [Marx] estaba de vuelta en la escena pública". Incluso, mientras el capitalismo global "continúe padeciendo su mayor disrupción y crisis desde comienzos de los años treinta, es improbable que haga su salida de ella". Ahora bien, como los numerosos Darwin vigentes en la historia del evolucionismo, o los múltiples Einstein que pueblan la literatura científica, Hobsbawm advierte que "el Marx del siglo XXI será casi con seguridad muy diferente del Marx del siglo XX".
Por Diego Hurtado
Para LA NACION
"Brevemente, si un pensador dejó una profunda marca indeleble en el siglo XX, ése fue él." Entre los argumentos esgrimidos, Hobsbawm recuerda que, a setenta años de la muerte de Marx, "un tercio de la humanidad vivía bajo regímenes en manos de partidos comunistas, los cuales sostenían que representaban sus ideas y realizaban sus aspiraciones". Hoy la cifra es todavía de un 20%, "si bien los partidos gobernantes, con excepciones menores, han cambiado dramáticamente sus políticas".
Este descenso no debe engañarnos: "Si buscamos su nombre en Google, resulta que permanece como la mayor de las grandes presencias intelectuales, superado sólo por Darwin y Einstein, pero bien por delante de Adam Smith y Freud". Una razón puede ser que "el fin del marxismo oficial de la URSS liberó a Marx de su identificación pública con el leninismo en teoría y con el régimen leninista en la práctica". La segunda razón, de raíces más hondas, es que "el mundo capitalista globalizado que emergió en los años noventa era increíblemente semejante al mundo anticipado por Marx en el Manifiesto comunista ".
Cuando en octubre de 2008, cuenta Hobsbawm, el londinense Financial Times publicó el artículo "Capitalismo en convulsión", "no podía haber más dudas de que [Marx] estaba de vuelta en la escena pública". Incluso, mientras el capitalismo global "continúe padeciendo su mayor disrupción y crisis desde comienzos de los años treinta, es improbable que haga su salida de ella". Ahora bien, como los numerosos Darwin vigentes en la historia del evolucionismo, o los múltiples Einstein que pueblan la literatura científica, Hobsbawm advierte que "el Marx del siglo XXI será casi con seguridad muy diferente del Marx del siglo XX".