sábado, 11 de octubre de 2014

Miss Venezuela 2014: el silencio que no será olvido, por @HisvetF


Hablar sobre el Miss Venezuela me ha sido algo ajeno, ya que solo me ha interesado el tema para señalar lo lastimoso que significa que algunas niñas-mujeres compitan, desde su cuerpo y luego de someterlo a toda clase de torturas, a ver quien cumple la meta de “belleza” estereotipada y perversa. Lo que podría denominar, sin que me quede nada por dentro, uno de los iconos de la mercantilización del cuerpo de las mujeres, ya que las mujeres somos reconocidas como objeto sexual de los hombres, como madres, como putas o locas. Este año, sin embargo, es imposible no hablar de este evento ya que mis ojos, como muchos otros, estaban atentos ante un necesario pronunciamiento, dedicatoria, mención especial, recordatorio o como quiera que lo hicieran, sobre tres participantes que fueron connotadas noticias en este año, no precisamente por la belleza, sino por lo espantoso de sus muertes.


lunes, 6 de octubre de 2014

MUD 2015: Una oferta engañosa

Pedro Arturo Moreno
5 de octubre de 2014

En estos tiempos de saltimbanquis, titiriteros y vendedores ambulantes debemos extremar los esfuerzos para distinguir la paja del trigo. Quienes utilizamos transporte público —tren, metro, busetas— ya no nos extraña la extendida proliferación de personas vendiéndonos caramelos, tostones, chicles, conservas de plátano, y también remedios y pócimas para picaduras, torceduras y contra el “maldiojo” (mal-de-ojo). Recuerdo que unas décadas atrás nos topábamos en los buses con un vendedor de una pomada milagrosa que servía para una infinidad de males, desde tos y asma hasta ataque de lombrices; tenía un lema muy característico: “la Casa Apache pierde y se ríe”, dando a entender que vendía esa pócima untuosa por debajo de los costos. La afabilidad de ese vendedor nos llevaba a comprarle su mercancía medicamentosa y sentir que casi lo estábamos timando.

En eso de mercadotecnia soy un verdadero neófito, casi la víctima perfecta para un “paquete chileno”. Sin embargo, y precisamente por ello, en otros campos de mi vida —política, lucha social, sindicalismo, conocimiento científico— trato de ser más acucioso para no caer tan fácil en las estafas, no tanto por un cuidado especial hacia mi persona sino porque entiendo que estaría contribuyendo inconscientemente a que ese engaño se expandiera en el círculo de la gente que me conoce, y eso para mí sí sería imperdonable.