Las elecciones primarias realizadas el 12 de febrero marcan una nueva etapa en la lucha del pueblo contra el despotismo. La gran participación popular de más de 3 millones de electores evidencia claramente los anhelos de cambio del pueblo venezolano. A pesar de la campaña gubernamental contra las primarias, la madurez de la población se impuso, diciéndole al déspota y al mundo que quiere DEMOCRACIA.
Pues bien, al oficialismo le irrita este espíritu democrático. Cada vez que la democracia se ejerce y sale vencedora (COMO SUCEDIÓ CON LA REFORMA) el presidente se molesta, le da urticaria, se descompone, insulta y amenaza a quienes participan en procesos opuestos a su proyecto. Y le molesta porque justamente la democracia es lo contrario a lo que el proyecta: un despotismo ramplón, de rasgos fascistas, que se disfraza de revolucionario y redentor de los pobres para seguir beneficiando a la vieja oligarquía y a la boliburguesía creada por su gobierno.
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