jueves, 26 de mayo de 2016

El último aliento de nuestras casas de estudios

Durante 17 años este régimen ha arremetido contra las universidades y demás centros educativos en el país. Ha vilipendiado y degradado la educación con saña y alevosía. A tal punto que las aspiraciones de los niños venezolanos pasaron de ser médicos y maestros para convertirse en delincuentes. La crisis universitaria, la magisterial, la de la salud, son, en el fondo, crisis de carácter político y social. Deben asumirse así. La lucha universitaria no es una lucha por un mísero plato de comida, por un paupérrimo aumento de salario o por un caucho. Es una lucha por la identidad y dignidad universitarias. Por su razón de ser, por un sentido de pertenencia y de arraigo. 

La universidad se encuentra en un abismo del cual puede salir con el mayor de nuestros esfuerzos para lograr una salida real, con un pliego de exigencias unificadas, con una dirección política unitaria para reconducir el conflicto. Se hace imprescindible levantar un pliego unitario del conflicto universitario y la construcción de un frente amplio con la participación de rectores, ex-rectores, docentes, profesionales, investigadores, administrativos, obreros y estudiantes que esté directamente vinculado a un Movimiento Asambleístico en el cual se vea representada toda la comunidad universitaria para que ésta ejerza su protagonismo. Un movimiento que aglutine las fuerzas, las ideas y el ímpetu para confrontar a la política de este mal gobierno.

El cierre técnico de nuestras universidades es inocultable. Se ha perdido la condición de universalidad, de instituciones que buscan la generación de conocimiento y la verdad, de producir ideas e innovar. La universidad ha perdido su razón de ser y está ante su último aliento. Pero aún está de pie y dispuesta a luchar. Los universitarios desafían al régimen, confrontan la ignorancia, el despotismo y la tiranía. Se rebelan ante ella.

Hacemos un llamado a toda la sociedad venezolana a incorporarse con entusiasmo en la organización de Asambleas Populares en todo el territorio nacional, cuyas decisiones son vinculantes, que sean la demostración de la democracia real, del protagonismo del pueblo soberano y organizado. Este Movimiento Asambleístico Nacional Organizado, va dirigido a propiciar espacios para debatir con gran amplitud la salida del régimen y las estrategias del nuevo gobierno para la reconstrucción del país. Su intención la resumimos en lo siguiente: Dame tu MANO Venezuela, el diálogo y los puentes se hacen con el pueblo.

Hoy hablamos de cobardes y valientes. Cobardes el represor y hostigador, el del mazo y el del bigote con su comitiva de funestos esbirros. VALIENTES el pueblo venezolano, sus mujeres y sus hombres, sus niños y sus jóvenes, su experiencia y su carácter, su virtud y su coraje.

Mientras se desbordan los bolsillos de los miembros de la cúpula del poder con dinero de la patria, de años de robar las ganancias del producto interno bruto, el petróleo, la corrupción, la entrega de la soberanía, la delincuencia, el tráfico de drogas y demás fechorías; el pueblo se desborda ante la hambruna producto de la escasez y el desabastecimiento de alimentos. 

Algunos creen que lo hemos perdido todo. Nosotros, creemos que nos queda todo por ganar. Ganar espacios políticos, objetivos concretos, voluntades y batallas, respeto y dignidad, sueños y triunfos, Conquistar ILUSIONES y hacerlas realidad. Es momento de Luchar!!!



¡CONSTRUYAMOS UNIDAD DE ACCIÓN Y LUCHA!

¡RESCATEMOS EL FUTURO!

¡VENEZUELA LUCHA!




PARTIDO BANDERA ROJA 


COMITÉ POLÍTICO REGIONAL 
TITO GONZÁLEZ HEREDIA 

Caracas, mayo 2016

La pasividad no calmará tu hambre, por Eddy Timaure

En los últimos años, especialmente al inicio de cada uno de ellos, dentro de la lista de buenos propósitos y metas estaba el de hacer ejercicios, rebajar de peso y recuperar la forma física. Debo decir que este año si he avanzado en eso; sin hacer ejercicios, he rebajado de peso significativamente. Después de todo, alguna cosa “buena” debería dejarme la estafa de revolución que saquea a Venezuela.

Y es que, levantarse sin saber qué comer, no por la variedad para escoger sino por la escasez y la carestía, encontrar para comprar, caminar hasta el mercado municipal, no importa lo lejos que quede, pues el carro está sin cauchos y la posibilidad de comprarlos en lo inmediato es remota, pisar con cuidado para que los zapatos no sufran mucho, pues comprar otros es un suplicio, llegar y sacar cuentas para saber que no todo lo que pensaba comprar es posible hacerlo, de vuelta a casa, sudado y en medio del apagón bolivariano, preparar unas “suculentas” arepas, de masa de maíz pelado (pues harina de maíz no se encuentra), con un trozo de queso, que fue para lo que finalmente alcanzó; la primera con olor a queso, la segunda con mordisquitos, casi pellizcos, de queso y la última con una buena mordida de queso, para sentir al final el sabor de éste, en medio del remordimiento que causa saber lo mal que están comiendo mis hijos y lo peor que la están pasando millones de venezolanos, no puede más que producir delgadez.

Sacaba cuentas con la idea de comer al menos tres veces al día (platos con contornos exiguos), sin mayores ambiciones de que alguna delicatese, ni tampoco alguna meriendita, se atravesara en la austera dieta y, para eso, sólo para eso, hace un par de semanas atrás (ya hoy es 25 de mayo del 2016), necesitaba disponer de al menos Bs. 78 mil al mes, a lo que habría que sumar, aceite, adobos y otras cosas necesarias para cocinar y sazonar.

Lo que cuento no es cuento, nadie me lo ha contado reitero, pues soy el protagonista de esta historia de hambre que azota a la inmensa mayoría de los venezolanos; niños, adolescentes, adultos y ancianos, con empleo o sin empleo, profesionales o no, religiosos o no, civiles, policías y militares (esos que usa el régimen para reprimir al pueblo que lucha), chavistas, opositores e indiferentes, todos.

No hay que ser muy inteligente para saber que si una familia tiene 5 miembros, necesita, hoy día, unos Bs. 390 mil al mes para comer, sin desvíos ni complacencia de antojo alguno, menos para útiles escolares, ropa, calzado, medicinas, consultas médicas, exámenes de laboratorio, recreación, diversión, rumba. Medianamente puede cumplir con otras obligaciones, “fallando” de la comida para atender el pago de servicios carísimos y cada vez mas deficientes como agua (semanas y meses enteros pasan ciudades y pueblos sin este servicio que deben pagar a precios elevados en camiones cisternas); energía eléctrica, racionada e inestable; telefonía, deficiente y costosa; internet, entre los más lentos del mundo, a pesar de tener en órbita par de satélites, entre otros.

Tampoco hay que devanarse los sesos para entender que con un salario mínimo, mas bono de alimentación, que ronda los Bs. 30 mil al mes, ni con un salario de profesor universitario a dedicación exclusiva (unos Bs. 50 mil al mes), ni con la bolsa de comida que, vía consejos comunales, vende Mercal, lo que se extiende en Venezuela, dado el vertiginoso ascenso de los precios de los alimentos, medicinas, así como de los bienes y servicios, es el hambre.

No obstante la propaganda fascista de la guerra económica, el pueblo cada vez está más claro acerca de quién es el responsable de esta dramática situación; un régimen de mafias que, en nombre de la revolución, ha quebrado la industria nacional para favorecer al capital financiero internacional, a la vieja y a la nueva boliburguesía y han saqueado, sin pudor alguno y de forma sistemática, el erario público y las riquezas nacionales.

Mientras el hambre avanza y el desespero aumenta, mostrando a diario saqueos en diversos puntos de la geografía nacional, protestas diversas por falta de agua, electricidad, medicinas, mientras el pueblo clama un cambio político urgente, la prioridad de la MUD, de las organizaciones que hegemonizan la misma, parecieran ser las candidaturas a gobernadores y diputados regionales, pues aunque se haya promovido el referéndum revocatorio, luce inconcebible que no se entienda que sin organización y movilización popular cualquier salida democrática no pasará de ser una ilusión.

Jugar a esperar que el estallido social llegue es una aventura que pudiera solo servir para afianzar al régimen en el poder, por ello hoy no admite dilación la organización del pueblo, la unificación de las luchas y el levantamiento de un programa de reconstrucción nacional que movilice al pueblo hasta salir de esta pesadilla. La pasividad no calmará el hambre del pueblo y hoy lo único que se puede perder son las cadenas que nos oprimen.

Mientras tanto, me pondré, también, a recuperar mi forma física.


Eddy Timaure
@EddyTmaure
Secretario General de Bandera Roja
Estado Falcón