lunes, 25 de agosto de 2014

Paso al #CongresoCiudadano: Ciudadanos haciendo política

En tiempos de crisis, los pueblos casi siempre se las ingenian para buscar caminos que conduzcan al progreso. En ocasiones pueden producirse regresiones, generalmente fundamentadas en visiones irracionales que logran llenar las expectativas de una población en situación de incertidumbre. A escala internacional, el fascismo se convirtió en amenaza mundial, pues vino a encender las pasiones luego de la debacle del capitalismo a finales de los años 20.

Racismo, discriminación, exclusión, sectarismo, veleidades ultranacionalistas y afanes hegemonicistas fueron convertidos en valores —en muchos casos respaldados por leyes nacionales— en gran parte de Europa y Asia, y condujeron a la segunda gran guerra, con la consiguiente muerte de millones de personas y la destrucción inmisericorde de poblaciones enteras. La irracionalidad convertida en política había frenado la posibilidad de que los cambios posteriores a la crisis general del capital fueran dirigidos en un sentido progresista. Sin embargo, la amenaza fue detenida y derrotada.

Venezuela cerraba el siglo XX con una pérdida de credibilidad en la democracia representativa instaurada luego del derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez, y con un deterioro creciente de las condiciones de vida de las mayorías, destacándose la pérdida de significación del salario, la inexistencia de un sistema de seguridad social confiable, la merma de la producción nacional y el deterioro creciente de los servicios públicos.

En esta circunstancia, las “fuerzas vivas” —¡no dudéis nunca de su viveza!— buscaban construir una alternativa política que ofreciera cambios pero que en verdad nada cambiara, que no tocara el statu quo. Zafándose de las insípidas, incómodas y cansinas opciones bipartidistas, probaron con Irene Sáenz, pero pese a su gran belleza no cuajó; al catire Salas Römer le faltaba colorcito populachero y ni siquiera mencionemos a Alfaro Ucero. Así que —con un discurso antipartido— probaron suerte con un militar exgolpista de verbo encendido y enormes agallas, tantas que si se queda un ratico más hubiera superado a Bolívar en retratos, idiosincrasia y religiosidad popular, ya que en los nuevos libros de historia está a la par.


La oligarquía se la jugaba con el teniente coronel, para seguir la juerga. Pero el muchacho salió respondón, no contra sus intereses —las ganancias de banqueros y grandes capitales nunca fueron tan gigantescas como en estos tres últimos lustros— sino contra el entramado político convertido en negocio. Un verdadero encantador de serpientes con gran carisma sembró en la gente una esperanza, rayana en la irracionalidad. “Con hambre y sin empleo con Chávez me resteo” dibuja muy bien el sentimiento sembrado en gran parte de la población. Si a esto se le une el falso discurso de “socialismo” y la supuesta instalación del “poder popular”, la estafa cobra dimensiones que hacen soñar a las mafias del gobierno con durar perennemente en el poder. Y, pa más ñapa, con más de una década con enormes ingresos por renta petrolera y exacciones fiscales, dilapidados en forma estruendosa en ineficacia, destrucción de fuerzas productivas y extendida corrupción, y con las pretensiones de depravar o controlar a importantes sectores del liderazgo social y partidista —como PPT, Podemos y ahora la “quinta columna” de Véliz-Guanique.

Hoy, esa esperanza se ha desvanecido en una profunda crisis social, económica y política, y las mafias gobierneras pretenden contenerla a punta de represión, restricción de las libertades públicas, y control de las protestas y las luchas. Pero, así como la vida se abre caminos insospechados, el pueblo venezolano se ha decidido a hacer política de una manera nueva. La unidad ya no estará más restringida a quienes estamos organizados en partidos, ni a que sean los partidos los que señalen las rutas y las tácticas, aunque como militantes sintamos que debemos seguir ofreciendo nuestros análisis y nuestra perseverancia política para esclarecer. La política no será más un espectáculo y un show. La conquista de las reivindicaciones sociales y económicas ya no estará separada de la búsqueda del cambio político. Deslastrar la política del negociado, de la trampa y de la insinceridad se convierte en una necesidad insoslayable para una superación progresista del actual régimen despótico, militarista y represivo. El Congreso Ciudadano por la Reconstrucción Nacional nos abre esa oportunidad.

Que en cada barrio, urbanización, universidad, caserío, fábrica se abran los espacios para conjugar nuestras luchas diarias, para elevar nuestra solidaridad y para ir construyendo un programa de salvación de la patria. Nadie podrá detener el cambio.

Pedro Arturo Moreno
Dirigente nacional de BR
Sindicalista revolucionario

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