Publicamos un post de los camaradas de Resistencia Obrera, de España, donde se devela como las clases dominantes "echan su cuento" para manipular y ocultar verdades. Así estamos en Venezuela, entre dos aguas: por un lado las versiones "democráticas" de algunos medios "opositores" y por el otro, las versiones "revolucionarias" del oficialismo revisionista. Ambos sectores, en el fondo, intentan ocultar la verdad: la lucha de clases en Venezuela y el mundo. Pero la terquedad de los hechos se imponen y los pueblos en general, y los trabajadores en particular, se percatan, poco a poco, de la manipulación.
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La falsificación del pasado forma parte del instrumental utilizado por las clases dominantes para imponer su hegemonía ideológica sobre el conjunto de las clases dominadas y anular los referentes políticos e ideológicos de los trabajadores. Mediante la tergiversación de los hechos o su ocultación, la burguesía transmite una visión de la historia acorde con sus intereses; una historia oficial que sacraliza determinados acontecimientos y personajes mientras ignora o estigmatiza otros, aquéllos que no encajan en su visión del mundo y en su orden.
No es de extrañar que la revolución bolchevique y toda la historia de la URSS sean objeto de manipulación sistemática, porque no ha existido otro hecho en el siglo XX que haya causado tanto pavor a la burguesía. Octubre de 1917 es la peor pesadilla del capitalismo hecha realidad; el poder en manos de los trabajadores, fábricas y tierras nacionalizadas, sóviets, obreros con armas, racionamiento con carácter de clase…en fin, el mundo cabeza abajo. Por ello, la desaparición de la URSS no ha puesto punto y final a la propaganda anticomunista; es preciso borrar su recuerdo de la memoria histórica de la clase obrera.
Un buen ejemplo de esta amnesia programada la encontramos en determinados episodios de la Segunda Guerra Mundial. Si realizásemos una encuesta al azar preguntando a un número indeterminado de personas por el desembarco de Normandía, la mayoría de los encuestados sabría situarlo históricamente y respondería que los estadounidenses lo protagonizaron; sin embargo, esa misma mayoría no sería capaz de ubicar la batalla de Stalingrado o sus referencias serían mucho más borrosas. En el imaginario popular, Normandía fue el hecho decisivo de la Segunda Guerra Mundial, el desembarco que hizo posible la victoria de los aliados y selló la derrota de la Alemania Nazi, mientras que Stalingrado va cayendo en el olvido, relegado a un hecho de armas menor. Y la verdad es bien distinta. Stalingrado fue la batalla más importante de la Segunda Guerra Mundial, la que cambió el signo de la contienda, pero los potentes medios de comunicación norteamericanos, en especial el cine, han contribuido a crear el mito de Normandía, ocultando el papel de la URSS en la guerra.
Extracto de “Episodios de la Segunda Guerra Mundial”, de Carlos Hermida Revillas