El 11 de Abril de 2002, la traición al pueblo

martes, 29 de diciembre de 2015

El cambio político requiere de una nueva Unidad Nacional y de mayor protagonismo social

2016 será un año de luchas por una vida digna y por la libertad

Al finalizar este terrible y doloroso año 2015, Bandera Roja lleva a todos los venezolanos honestos y de buena voluntad un mensaje de aliento y de fortaleza para enfrentar el año venidero. Muchos son los problemas, pero el pueblo ya comienza a abrir los caminos para superarlos. Las constantes dificultades y pesares para sobrevivir en este país “rico” han hecho de él un espacio inhóspito, irritante y desagradable para el pueblo venezolano. La destrucción de nuestros sueldos y salarios, la carestía y el desabastecimiento, el deterioro creciente de los servicios de salud, educación y hábitat, el alza de la delincuencia y la inseguridad, junto a la ruina de nuestras capacidades productivas y la hipoteca del futuro de nuestra patria serían suficientes razones para estar tristes y acongojados… pero la esperanza de salir de esta catástrofe comienza a construirse en los deseos y acciones de millones de hombres y mujeres que han dicho ¡basta! a las tropelías de este régimen autoritario y estafador.

Los augurios económicos para el entrante 2016 apuntan al agravamiento de nuestras condiciones de vida y de trabajo, no solo por la baja estrepitosa de los precios petroleros sino por la continuidad de una política erosiva de la producción nacional y de entrega de nuestras riquezas y recursos a los nuevos “socios” imperialistas del BRICS (China y Rusia, principalmente) y EEUU. Los deseos de cambio se reafirman como mayoría sustancial en los venezolanos, quienes han dado clara muestra con la aplastante y arrolladora derrota que le infligieron a la fórmula oficialista en las pasadas elecciones parlamentarias del 6-D, y que seguramente seguirán manifestándose en el incremento de las luchas sociales por salario digno, por empleo, por abastecimiento, por presupuesto para educación y salud, contra la inseguridad, etcétera. Luchas sociales que deben ser encauzadas en una gran plataforma unitaria y que deben contribuir en el impulso de un Programa de Reconstrucción Nacional que requerirá la edificación de una NUEVA UNIDAD NACIONAL y de un mayor protagonismo social en la definición de los derroteros del pueblo y de la nación, como soporte y base que dé sostenibilidad a los cambios.

Preocupa mucho el giro que le está dando la MUD a la fuerza parlamentaria adquirida y su visión de la lucha política. Primero fue una propuesta de agenda parlamentaria que ni siquiera daba la relevancia necesaria a la libertad de los presos políticos y a los exiliados, priorizando por el contrario la reversión de las expropiaciones y el aumento de la productividad, que no de la producción nacional. Luego siguieron las afirmaciones de Capriles Radonski en una declaración de convivencia y cohabitación con el régimen, al colocar a la MUD como bomberos al servicio del Ejecutivo nacional (C.R.: “Quien quiera eso [luchas y protestas], le saldremos al frente con firmeza”) y de colaboración en sus planes y medidas económicas, a la par de echar al pajón a quienes hemos desarrollado las luchas de calle, la resistencia ciudadana, la protesta cívica permanente contra los desmanes de este gobierno, no solo en 2014 sino desde mucho antes. Es sencillamente lamentable que esos enormes deseos de cambio vayan a ser conducidos únicamente a complacer vanidades y deseos presidencialistas, y a incrementar las pugnas candidaturales, apropiándose positiva o negativamente y haciendo mofa de la gesta libertaria que el movimiento estudiantil y el pueblo desarrollaron el año pasado.

No se observa en la dirigencia opositora un aliento histórico para enfrentar la crisis general, para impulsar una gran unidad nacional que saque las raíces del actual régimen, para construir un programa de salvación de nuestra patria, para desarrollar la Política (así: con mayúscula), queriendo salvar esta obligación enviando a los diputados a un “recorrido casa por casa” que sea luego convertido en un spot publicitario. Impera una visión oportunista y de provecho y uso parcializado de las “cuotas de poder” logradas, bajo la falsa idea de que el poder puede ser rebanado. Dicen querer impulsar el cambio económico pero manteniendo el statu quo, con este régimen y con el gobierno de Maduro, principal blanco del voto castigo en las pasadas elecciones.

La MUD, de seguir por ese camino, traerá una nueva decepción o frustración en los deseos de cambio del pueblo venezolano. Pretender que la derrota parlamentaria es suficiente y que ahora queda esperar a que “Maduro caiga por sí mismo” es un error político que puede hacer revivir a un régimen que ya tiene contados sus días de existencia. No querer hacer uso de las potestades constituyentes o revocatorias de la mayoría calificada en la Asamblea Nacional es no entender el mandato de los millones de votos logrados y de quienes se abstuvieron también de seguir acompañando la farsa oficialista, es castrar la lucha política y convertirla en un sainete que cuida los modos y las maneras para no irritar a los gobernantes.

Bandera Roja —así como ha desenmascarado este falso “socialismo del siglo XXI”— no convalidará esta vil estafa en la oposición. La esperanza y el futuro de Venezuela merecen una mejor y más sabia conducción. Con castigos, revanchas y resentimientos no se construye una fuerza transformadora y de cambio político. 2016 será el año en que las máscaras serán derrumbadas y el pueblo venezolano abrirá los caminos de una nueva democracia, de desarrollo y de prosperidad, realzando nuestra independencia y nuestra soberanía.

La esperanza de Venezuela es democracia y revolución industrial. Es respeto a la organización ciudadana, social y sindical sobre la base de una nueva democracia, no de mayorías sino de inclusión y respeto a la disensión y a las minorías. Es la búsqueda del desarrollo productivo con protección de nuestra industria y agroindustria para alcanzar el autoabastecimiento alimentario con nuestro campo y no a través de los puertos, lo que requerirá dirigir la riqueza petrolera hacia el desarrollo productivo y no al negocio de la riqueza fácil, requisito insoslayable para ser verdaderamente soberanos e independientes. Es la edificación de un nuevo Estado, eficiente, honesto y con una nueva ética de servicio, con una justicia que castigue al delincuente y premie la honestidad. Urge en definitiva un nuevo régimen político, radicalmente distinto al que este grupo de mafias construyó para su provecho particular. Quienes militamos en @Bandera_Roja estaremos, como siempre, en la calle y junto al pueblo, labrando un camino de UNIDAD y de LUCHA, que evite una nueva estafa y que se dirija a promover el cambio urgente y la construcción de un nuevo poder político, democrático y popular, que propenda a la reconstrucción nacional y la verdadera paz: la paz de la dignidad, el bienestar y la democracia de la gente.


Por el Comité Político Nacional
GABRIEL PUERTA APONTE
Secretario General de Bandera Roja
29 de diciembre de 2015

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