El 11 de Abril de 2002, la traición al pueblo

viernes, 23 de noviembre de 2012

Carlos Javier Arencibia: Respuesta al Colectivo Surupay

Primicias24.com (Art. Opinión) – Luego de leer un artículo publicado por Aporrea en donde se insulta a la organización de la que formo parte y soy miembro de su Dirección Nacional, la Unión de Jóvenes Revolucionarios- Juventud Bandera Roja, y se nos acusa de planificar el asesinato de la compañera Jessika Díaz hace 18 años en la ciudad de Los Teques durante una manifestación en las adyacencias del Liceo Francisco de Miranda, es necesario precisar algunas cosas sin prescindir la necesidad de desnudar las notorias deficiencias ideológicas e históricas con las que se construyó esa “crítica”.

Son inaceptables los calificativos que llevan en sí mismos significaciones teóricas, como fascistas, oligarcas o proimperialistas, proferidos por simpatizantes de un gobierno sin definición alguna, que a veces es socialcristiano, otras socialdemócrata, unas cuantas revisionista, pero siempre en camino diestro.

Hablemos de fascismo

¿Quién más fascista que un régimen que hace de la intimidación una forma de acción política, y busca legitimarla con la explotación de un vergonzoso resentimiento que sus más cercanos voceros de la inteligencia, o de la propaganda, valoran como lucha de clases, que no es? ¿Quién se parece más al fascismo que un líder supremo cuya forma de propaganda es la reivindicación de mitos, leyendas, y otras figuras religiosas por más contradictorias que sean? ¿Qué más fascista que corporativizar toda la organización popular a manos de un partido, o del Estado, y peor aun, de un solo líder? ¿Qué más fascista que apelar a la disciplina irracional y pervertir la lealtad en cobardía?…


Acerca de los señalamientos respecto a las alianzas políticas con sectores de la derecha opositora (un poco más digna que la derecha oficial), es importante destacar, y ya que andamos en esos discursos europeos, como se unieron comunistas y socialdemócratas contra el nazismo, o aquella vez en la que la incipiente burguesía marchó junto a campesinos y desclasados contra el régimen feudal, incluso un tiempo en el cual el liderazgo comunista de Stalin se vio frente a frente en una mesa con el imperialismo yanqui (Franklin D. Roosevelt) y una de las naciones más conservadoras de Europa (Inglaterra), con un único fin: acabar con una barbarie cuya lucha trascendía las contradicciones existentes en esas coaliciones.

Nosotros los “oligarcas proimperialistas”

Primero que nada, hablar oligarquía proimperialista equivale a decir algo así como economista burgués, es una redundancia. No creo ese cuento de los empresarios patriotas y otros eufemismos con que nos meten este pastiche “alto pana” del capital.

Compañeros, creo que no hay país del mundo donde haya mayores garantías para la oligarquía, la burguesía y los aspirantes a alguna de ellas (oportunistas de alto nivel y con bastante plata) que Venezuela. Subido a rango constitucional la igualdad entre nacionales y trasnacionales y con eliminación de doble tributación, favorable a las empresas extranjeras, entonces me gustaría escucharlos contarme de empresarios (no productoras, por cierto, sino comerciantes) desanimados por seguridad jurídica, una ley del trabajo que no los favorezca, poca demanda en este paraíso del consumo, dificultad para negociar con el gobierno, carencias de recursos para la oferta… toda una estructura burguesa escondida en un discurso socialista que solapa las peores conductas antiéticas que ha visto este país veterano en esas lides de la corrupción y el caudillismo.

En cuanto al norte imperialista de nuestro continente, más cómodo nunca estuvo. Recibiendo más del petróleo del que necesitan, vendiéndonos desde arroz hasta condones, y con un presidente de Venezuela que le garantiza estabilidad en la región más allá de la perorata contra el “imperio” (una de esas evasiones posmodernas con las que esquiva a “sus panas” del imperialismo).

Sobre Jessika Díaz

Símbolo de la irreverencia y rebeldía de la juventud venezolana, que estoy seguro sigue presente en amplios sectores de base del oficialismo, la UJR la mantiene íntegra, Jessika Díaz no puede ser significante de este debate político.

Acusarnos de planear la muerte de esta compañera, solo revela un profundo odio hacia nuestra organización, que lo dicen cantidad de antecedentes, debe tener como combustible un deslinde poco decoroso del partido y/o el miedo que representa una oposición de izquierda clara en la ética y formada en la más genuina moral revolucionaria.

Carlos Javier Arencibia
Miembro de la Dirección Nacional de la Unión de Jóvenes Revolucionarios- Juventud Bandera Roja

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