sábado, 12 de noviembre de 2011

Movimiento de Educadores Simon Rodríguez: LA EDUCACIÓN BOLIVARIANA NO ES SOCIALISTA


Se utiliza un palabrerío aparentemente de avanzada, progresista, democrático, pero cuando se contrasta la ejecución de estas políticas con lo que se dice nos encontramos con la verdadera naturaleza que orienta la visión del régimen sobre el sistema educativo. Términos como “continuo humano” y humanismo social” encierran graves contradicciones y hasta un contrabando ideológico. Decimos esto porque hoy en día existen corrientes posmodernas que reivindican la esfera de “lo humano” dentro de los parámetros del neoliberalismo, se habla entonces de la formación “del capital humano”, de la “responsabilidad social de la empresa” que no es más que la manipulación del concepto “humanismo” desarrollado por los pensadores marxistas. Como lo hemos dicho, esencialmente el humanismo es social, por tanto es un error conceptual exponer que la educación bolivariana está basada en el “humanismo social”; planteamiento éste que es manifestado en todos los documentos que definen la educación bolivariana.




Necesariamente, para alcanzar una sociedad más humana, Venezuela debe transitar por el camino del conocimiento, la investigación y el análisis científico. ¿Se construiría un nuevo republicano con las ideas sustentadas por Simón Bolívar en el siglo XIX, cuya sociedad ideal era el liberal-burgués del siglo de la Ilustración? De igual manera centra el actual diseño curricular propuesto por el Ministerio de Educación en el “continuo humano”, presentándose contradicciones importantes. No puede existir un desarrollo humano si al mismo tiempo se promueve el culto a la personalidad, el mesianismo, el pensamiento único y la unilateralidad en la visión de la historia, negadora del pensamiento crítico y dialéctico.




Sin embargo, la concepción pedagógica científica y marxista del continuo humano es el proceso histórico-dialéctico del ser humano en su lucha por la superación y liberación de la opresión social y económica, en fin, la superación de la pobreza, la injusticia y la desigualdad. La educación bolivariana está alejada de esta última concepción pedagógica y más bien su postulado del “continuo humano” está en la dirección del “aprendizaje para toda la vida” que promueve la ONU a través de la UNESCO, cuyas fuentes de financiamiento entre otros lo lleva a cabo el Banco Mundial para programas; que por cierto están siendo utilizados aún por el actual régimen.




Ya sabemos que estos programas financiados por la banca mundial neoliberal sólo buscan los ajustes educativos requeridos por el nuevo orden mundial del sistema económico globalizado, en donde Venezuela continúa siendo un país dependiente al que se le sigue asignando el papel de productor de materia prima (hidrocarburos) para la gran maquinaria capitalista neoliberal e imperial que hoy sojuzga a los pueblos.




Por otro lado, conceptuar de “socialista” a la educación venezolana es otro contrasentido respecto al verdadero significado de esta categoría. Para la teoría socialista, por ejemplo, transformar al mundo, a la sociedad es hacer al hombre más humano, un mundo en el que el hombre pueda ser el mismo, es mejorar la calidad de vida para todos los trabajadores, en donde se respete el derecho inalienable de todos los seres humanos a vivir en un sistema de libertad que garantice la realización plena de cada uno como individuo con sentido de pertenencia, solidaridad y responsabilidad social.




De todas las revoluciones conocidas por la historia, la socialista es la única que no busca cambiar una forma de explotación por otra, ya que la propiedad social de los medios de producción da inicio a un proceso que conduce a la eliminación de toda forma de explotación. Y esta tarea no se le asigna a ningún partido ni líder en particular, por el contrario el socialismo es la más amplia libertad política, la más amplia participación del pueblo, en especial sus trabajadores. Mal pueden hablar de libertad y democracia participativa, protagónica, etc., quienes por el contrario manipulan y reducen cada vez más las formas de participación política de la sociedad, muy a pesar de lo anunciado en su discurso.
Ejemplos del control de los movimientos sociales y de la sociedad toda, los expresa el régimen con la creación desde el mismo Estado de los consejos comunales, las contralorías sociales, consejos de trabajadores, entre otros, que pese a las buenas intenciones que supuestamente los orienta se han convertido en apéndices de la maquinaria del Estado, dependiendo financieramente de éste y por tanto proclives a ser coaccionados, manipulados y chantajeados a voluntad de su “creador benefactor”. Son instancias totalmente dependientes del Ejecutivo Nacional, carentes de la autonomía necesaria frente al poder.




El socialismo plantea la superación de la enajenación del ser humano, crea las condiciones para la instauración de una sociedad más justa que vaya echando las bases de la sociedad en la cual impere el reino de la abundancia hasta el punto de poder cumplir con el principio “de cada quien según capacidad, a cada quien según su necesidad”.




No se puede crear un nuevo ciudadano con valores y principios de justicia, solidaridad, unidad, respeto, tolerancia y democracia si el desarrollo del pensamiento se inscribe no en la conciencia social sino en su control a través de una sola idea de interpretar el proceso histórico de la sociedad. La integridad y totalidad del pensamiento, es decir; su visión holística desaparece. De allí que la educación bolivariana no rescata la concepción integral del nuevo ciudadano, no es liberadora. Se estaría, entonces, imbuyendo, persuadiendo a creer en una idea, y esto es adoctrinamiento, ideología en tanto falsa conciencia, muy alejado de las concepciones científicas.




La Educación Bolivariana no entra pues en la naturaleza de la teoría socialista, ni menos aún su pedagogía. Paulo Freire (1921), uno de los personajes que más han aportado a la pedagogía contemporánea con una posición de izquierda, en su tesis de la “pedagogía del oprimido”, señalaba que no se puede concebir una nueva sociedad, un nuevo hombre, una nueva educación y una nueva cultura, sino existe una acción práctica y transformadora de la realidad. La realidad para Freire es un proceso histórico concreto y dialéctico que busca emancipar y liberar al hombre y la mujer de toda opresión y alienación. Esta pedagogía sienta las bases de una nueva pedagogía en franca oposición a la tradicional, que a través de técnicas para la enseñanza de la lectura y la escritura a los adultos busca la reflexión y el cambio de las relaciones del individuo con la naturaleza y con la sociedad; el objetivo esencial de la educación que propugna es liberar a la persona, no uniformarla ni someterla.



Por otro lado, el pedagogo marxista Antón Makarenko (1888) consideraba a la pedagogía como un fenómeno integral, que concreta una posición ante el mundo y se vincula a una práctica política y económica. Frente al reto que constituye armonizar los intereses sociales con los particulares de los educandos, Makarenko responde involucrando a éstos en la búsqueda de soluciones a los problemas cotidianos, haciéndolos copartícipes en la organización de la vida escolar y productiva, generando lazos de colaboración, respeto, autoridad compartida y disciplina. El logro obtenido con esto consistió en formar personalidades productivas y solidarias con su pueblo y la nueva sociedad.



La educación bolivariana no pretende desarrollar esta concepción progresista de lo social; por el contrario, apunta hacia una concepción corporativista de la sociedad, al desarrollo del culto a la personalidad, el mesianismo, el pensamiento único y el ejercicio autoritario del poder formal como ya lo hemos dicho.



¿QUÉ EDUCACIÓN PROPONEMOS?



Debemos responder pues en el terreno teórico. La educación que proponemos tiene que ver con una concepción democrática, popular, científica y gratuita. Es decir, una educación para las mayorías, con mayores oportunidades a quienes menos posibilidades tienen, donde lo democrático implique la más amplia participación del pueblo en los asuntos fundamentales del país, en la elevación de la cultura para decidir lo mejor para sus intereses. Una educación basada en la adquisición del conocimiento científico como un proceso reflexivo, crítico, analítico, porque el cambio de conciencia se da en una sana confrontación de ideas, de conceptos en un debate libre y plural. Es contradictorio con esta noción el querer imponer el cambio de conciencia por la vía administrativa, con decretos, imponiéndolo autoritariamente. Esto último es la negación de la naturaleza del individuo, del ser humano, los hombres adquieren conocimientos en la diversidad y conociendo las herramientas científicas.



Adoctrinamiento es lo más alejado a la dignidad del hombre, es simple espíritu de secta. Por lo demás el desarrollo de los pueblos se logra en la medida en que sus ciudadanos adquieren conocimientos científicos, se adentran en la investigación, en el análisis, no a través de la metafísica ni de los saberes empíricos. Las personas no obtienen un cambio de conciencia por la vía de la imposición, con ello se niega la esencia de la naturaleza del hombre.



La educación que proponemos debe colaborar en el rescate de la ética y la moral pública, en la formación de una nueva cultura ciudadana que rompa con el servilismo, la mentalidad semicolonial, que exalte el patriotismo y la solidaridad, la honradez en la administración de los bienes públicos, la disposición al trabajo y la creatividad en función social; la condena a todo tipo de vicio, despilfarro y afán de especulativo. Es la formación de un ciudadano con conciencia de pertenencia hacia los bienes de la nación, que contribuya a restituir el Estado de Derecho para un ejercicio cabal de la justicia, donde sea castigado verdaderamente el corrupto y sean recuperados los bienes sustraídos a la nación. Es una educación que interroga al ciudadano, al individuo acerca de su misión, su quehacer en el mundo, en su país.



Esta propuesta para el debate debe tomar en cuenta también el mundo psicológico del individuo, pues en está área también y principalmente está actuando el régimen, en la conciencia del niño, el joven y el adulto. Se dice que se quiere formar “un hombre nuevo”. Veamos de qué se trata. En principio encontramos el culto por lo mesiánico que domina fundamentalmente en lo político. Se refuerza la idea según la cual alguien (el líder) vendrá a cambiar nuestra situación personal, de vida, el país, la suerte personal. Ello trae aparejado un sistema de valores acomodaticio que hace al individuo más oportunista, conformista, resignado a vivir con lo poco que se tiene, sin mayores aspiraciones a salir de la pobreza material, vivir al día y en consecuencia sometido.



La educación en valores debe formar una conciencia donde es el individuo el que crea, transforma su propia realidad, que ve el futuro con optimismo y no fatalmente, con más razones y deseos de que las cosas suceden cuando se lucha por ellas. Desde esta perspectiva se forma un individuo con conciencia crítica, organizado para convivir en una sociedad verdaderamente democrática y de justicia.



El Movimiento de Educadores Simón Rodríguez sostiene que la educación venezolana tiene que responder a las necesidades de desarrollo de la sociedad en su conjunto, un desarrollo concebido como un cambio sustancial que modifique las instancias económicas, sociales y políticas de nuestro país, y que siente bases para una nueva sociedad, verdaderamente democrática, participativa, con equidad, donde haya trabajo digno para todos; en la cual el derecho a la salud, educación, vivienda y seguridad sean una realidad para todos los venezolanos. Por lo tanto, nos inscribimos en un auténtico proceso de cambio.



Los cambios en la educación son posibles de realizarse si a la par se mejoran las condiciones de trabajo docente, es decir; las condiciones físicas y ambientales de las instituciones educativas y las condiciones profesionales y pedagógicas para el desempeño docente.



¡Por una educación democrática, científica, gratuita y popular!

¡Por la defensa de la carrera docente!

¡Por el mejoramiento de las condiciones de vida del educador!